martes, 1 de julio de 2014

BUENAS NOCHES


Aunque pueda parecerles raro, nada me inquieta tanto como la mar en calma. Cuando se revuelve agitada y espumosa, es ella misma, la reconozco y no la temo. Ahora no sé si está dormida o agazapada, lo cierto es que apenas se mueve, y lleva horas silenciosa, diría que ensimismada. Nadar o navegar por esta resplandeciente alfombra de jade resulta tedioso y aburrido. En verano la tierra se torna áspera, el agua perezosa, y el cielo nocturno se asemeja al escaparate de una joyería. La naturaleza, tranquila y previsible como ciertos amores que viven del pasado, reposa y se recrea en su obra. Menos mal que las luciérnagas, cigarras y grillos, amenizan la noche con su prodigioso espectáculo de música y danza. Ahora mismo, el bosque está poblado de náyades y hadas que, a la luz de la luna, siembran ilusiones y sueños. Pues, ni modo, hoy mis letras no serán la excepción. Ojalá les complazca tanto leerlas como a mí juntarlas.

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