Anoche les hablé de cigarras, grillos y luciérnagas. De su
espectáculo nocturno que nos acerca y hermana con la naturaleza, con lo
ancestral. La auténtica poesía emana de esos momentos mágicos en los que,
desprovistos de egoísmos y miserias, nos sentimos parte de un todo infinito y
eterno. En ese escenario la vida y la muerte ejercen su labor inexorable.
Mientras unos nacen, otros mueren, y todos se afanan en alimentarse y
reproducirse. Lo que para nosotros es sólo una noche más, para otros es toda
una vida. Los que amamos los libros, soñamos poder leer un día, en su
totalidad, el más interesante y crucial de todos, aquel en el que Dios o el
Azar explican el porqué de la más diminuta partícula hasta el mayor de los
cuerpos celestes. Ignoro si podremos leerlo, pero algo me dice que está
escrito, y que formamos parte de ese poema universal del que sólo nos son
revelados determinados pasajes. Lo que si tengo claro es que ese texto no lo
leerán mis ojos, y que estas pobres letras que junto a diario son incapaces de
reflejarlo. Pero en cada uno de nosotros hay algo indefinible que nos permite
intuir el más allá. Una vaga esperanza que, en noches como esta, convierte la
fantasía en realidad. Aquello que imagino o sueño, puede o podría ser real. Eso
me basta, y me da fuerzas para seguir viviendo. No necesito ni aspiro a nada más.
En esta ignorancia de tan hondo misterio, es un gran consuelo leerte, mi juntaletras favorito y saborear esas lucecitas de entendimiento que solo pueden venir de Dios. Mil gracias amigo.
ResponderEliminarSoy yo el que te agradece de corazón tu visita y tu comentario, Martha.
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