A lo
largo y ancho de una vida de avatares y peripecias, un juntaletras puede llegar
a escribir tres o cuatro poemas dignos de ser leídos, y si alguno de sus versos
quedan en la memoria de algún lector y son recordados, misión cumplida, no ha
perdido el tiempo. Es del todo ilusorio aspirar a más. Cómo nos gustaría que
los recuerdos de nuestros entrañables amores
y de aquellos a los que amamos y hemos amado no perecieran en el olvido. Pero
por ley de vida así será. Aunque los soñadores creemos que algún átomo nuestro,
enamorado o no, conservará mañana cuanto hemos sentido e inspirará idénticos
sentimientos y emociones a otros. “Vive esperanza, quién sabe lo que se traga
la tierra”, escribió Machado pensando en su infortunada esposa que fue el amor
de su vida y falleció cuando empezaba a vivir. Pues bien, la tierra se acaba
tragando todo lo material, pero lo que pertenece al espíritu prevalece y no
muere.
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