La vida está compuesta de luces y de sombras, que se
encienden y apagan, que aparecen y desaparecen. Sólo una nos ilumina siempre,
sólo una nos sigue a donde quiera que vamos. Tal vez la misteriosa luz sea sólo
una pavesa de la llama infinita y eterna a la que llamamos Dios. Quizá un
fantasma no sea más que una sombra que perdió a su dueño y ya no tiene a quien
seguir.
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