A un juntaletras como yo, ¿para qué negarlo?, le gusta que
lo lean. Sobre todo aquellos con los que comparte amistad y letras a diario. El
fin no es obtener reconocimiento y fama que son flores de un día, sino
compartir reflexiones y sentimientos con sus afines. e incluso con quienes no
lo son pero respetan la pluralidad y siempre se muestran abiertos y tolerantes
con aquello con lo que están en desacuerdo. Mi gratitud para con ellos, y la
generosidad se paga con la misma moneda. Viajamos en el mismo barco y los
camarotes no me gustan sino para dormir u otras cosas que entran dentro de la
intimidad. El resto del tiempo me encanta viajar en cubierta y disfrutar de la
compañía de todos en esta larga travesía, donde se suceden bonanzas y
tormentas. Somos pasajeros y nadie es mejor ni peor que nadie. Afortunadamente,
cada uno es como es y no hay dos iguales. Lo bueno es aceptar las diferencias y
disfrutar de ellas. Lo compatible y afín es grato y une; de las discrepancias
se aprende. Se trata de convivir lo mejor posible sin imponerle nada a los
otros ni creernos en posesión de la verdad. Así la vida es placentera y fácil.
Ambiciones las justas; egoísmo ninguno; buena voluntad siempre. El resto, la
soberbia, la vanidad y la envidia, nos amargan el viaje. Ganar o perder es
anecdótico porque al final lo ganado o perdido se va a quedar aquí cuando nos
toque irnos, y lo seguro es que antes o después nos iremos. Mientras tanto,
tratemos de ser buenos, razonables y solidarios. Para lo único que sirve la
vida es para aprender a vivir.
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