Ya tenía escrito el Buenas Noches, pero no deseo publicarlo
hoy. Por esta vez será el hombre quien elija y no la puerta. Por cierto, sin
ánimo de contradecir a Borges, las puertas son obra nuestra y las abrimos y
cerramos nosotros.
Verán, es que hay noches en las que a uno no le apetece
polemizar sobre nada con nadie, sino mirar la luna, aspirar la fragancia de los
jazmines, y prefiere –aunque suene a blasfemia- un humilde grillo a Sarah
Chang. Ahora no llueve, pero la brisa es fresca y algunas hojas se han echado a
volar. Quienes no somos optimistas ni pesimistas crónicos, los buenos momentos
los disfrutamos sin cuestionarnos si se repetirán o si los vivimos por última
vez. Sea como fuere merece la pena recrearse en ellos, abrir las ventanas del
corazón y sentir más que pensar. Si les parece bien, mañana seguiremos
cuestionándonos cosas y juntando letras. Ahora toca soñar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario