sábado, 15 de febrero de 2014

BUENAS NOCHES

Bueno, pues esta historia, leyenda o cuento no sé si ya lo conté, pero por si acaso se me quedó en el tintero o en la memoria, aquí se lo dejo otra vez. Resulta ser que Zeus, padre de los dioses y jefe supremo del Olimpo, era muy dado a descender a la tierra, y a seducir a señoras y señoritas de buen ver. Estas no siempre le hacían caso, y sus trucos y artimañas para llevárselas al tálamo son dignas de otro “Buenas Noches”. En cierta ocasión andaba por un paraje inhóspito en medio de una gran tormenta, y buscó refugio en la humilde casa de una pareja de campesinos viejos y pobres. Estos no tenían mucho que ofrecer al forastero disfrazado de mendigo, pero quemaron la poca leña que tenían para que entrara en calor, y le dieron de cenar las pocas viandas que guardaban en la despensa. Tras calentarse y comer a gusto, Zeus, agradecido, decidió mostrárseles tal cual era, y ante la sorpresa de los viejecitos les dijo: Me habéis acogido y atendido tan bien que deseo recompensaros. Veo que sois muy pobres, pedidme lo que queráis y lo tendréis al instante. El hombre y la mujer, superada ya la sorpresa, se miraron el uno al otro y, sin dudarlo el viejo le dijo al dios: Ya ves que somos ya ancianos, y que tras toda una vida juntos la muerte pronto ha de separarnos. Lo material no nos importa, pero desearíamos permanecer siempre uno al lado del otro. El padre de los dioses, que lucía sus mejores galas y resplandecía como una cegadora estrella en medio de las estancia, se conmovió y les dijo: Si ese es vuestro deseo, que así sea. Nunca os separareis. Y tras agradecerles su hospitalidad abandonó la casa. Tiempo después, una noche, el viejo sintió que se moría, y mientras agonizaba vio que la piel se le endurecía y agrietaba, y lentamente se fue convirtiendo en árbol. Su mujer, incapaz de soportar la muerte de su compañero también enfermó y experimentó lo mismo. Él se convirtió en roble y ella en un tilo que lo abrazaba. Zeus cumplió su promesa, y donde veáis a un roble y a un tilo abrazándolo, pensad en esta historia, y en que, hasta a los mismos dioses el verdadero amor les enternece, y pueden convertirlo en eterno. 

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