Hay dos personajes del Génesis que siempre despertaron mi
atención: Lilith, que según la tradición fue la primera esposa de Adán -aunque
no se la menciona en el texto-, y Luzbel o Lucifer, el ángel preferido de Dios.
El nombre de Lilith procede del hebreo Lil que significa “noche”. Luzbel
equivale a “resplandeciente”, Lucifer a “portador de luz”. Ambos personajes
fueron castigados por desobedecer a Dios y revelarse contra Él. La destinada a
ser madre de la Humanidad y su favorito, ¿por qué desobedecieron sus ordenes?
Al parecer ella se negó a ser una esposa sumisa y complaciente, y el ángel
trató de que Eva y Adán comieran los frutos del misterioso árbol de Edén, lo
que, supuestamente, les habría convertido en inmortales y tal vez en dioses.
Eva los tuvo en su mano e incluso llegó a morder uno, pero no llegaron a
comerlos. Lo cierto es que ambos, Lilith y sobre todo Luzbel, que era el más
cercano a Dios, se revelaron, y que la causa fue ese primer hombre creado en la
tierra a imagen y semejanza de su creador. La posteriores interpretaciones son
tantas y diversas que uno acaba enredado y confuso en la espesa maraña de
supersticiones y símbolos. Las razones que tuvieron para desafiar al poder
supremo las desconozco, pero el por qué se atrevieron a hacerlo es lo que me
inquieta. No eran malvados entonces, ni estúpidos ni ignorantes. Sabían a lo
que se arriesgaban, y aún así se revelaron. ¿Cuál fue la causa? ¿La envidia? ¿Los celos? ¿La compasión? Nunca lo
sabremos. Pero si seres con tales poderes y conocimientos comenten errores y se
equivocan, ¿qué se puede esperar de nosotros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario