Ignoro –y tampoco me interesa saberlo- cuántas lunas me
quedan de vida. Sean cuales fueren, espero aprovecharlas y evitarme tropiezos
innecesarios.
El primero, y sin duda el más doloroso: Amar a quien no me
ama. El segundo: Regalar mi confianza a alguien. La confianza no debe ser un
regalo, hay que ganársela. Tercero: Confundir avispas con mariposas. Ambas
tienen alas y vuelan, pero las mariposas carecen de aguijón. Cuarto: Desear en
vez de actuar. Los deseos no pasan de ser meras posibilidades, en cambio, los
actos son hechos que, aunque no sea en la dirección acertada, nos permiten
avanzar. Quinto: Pedir peras al olmo. Además de ridículo es injusto pedírselas,
porque no puede darlas y nunca las dará. Sexto: Creer que los sueños son un
anticipo de la realidad. La realidad se basa en un cúmulo de probabilidades, y
es fruto de la voluntad, de la constancia y del esfuerzo. Lo sueños son
ilusiones y espejismos. Séptimo: Esperar sentado a que la puerta se abra. Si
llamas repetidas veces y no se abre, o tratas de abrirla y no puedes, no
pierdas tu tiempo ante ella. Como bien decía Borges: “Es la puerta la que
elige, no el hombre.”
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