viernes, 28 de febrero de 2014

BUENAS NOCHES


Uno se cansa de tener que pasarse la vida dando explicaciones cuando no se las pide a nadie. Uno se cansa de que lo mal interpreten a diario. Uno se cansa de que se obstinen en señalarle caminos por los que no le apetece andar. Uno se cansa de que sea tan difícil de entender que cuando escribe no trata de viajar al pasado sino que simplemente lo recuerda. Uno se cansa de tener amigos y amigas a los que no les puede expresar su desacuerdo porque lo toman como una agresión. Uno se cansa de que le reprochen haber cambiado cuando los que han cambiado son ellos. Uno se cansa de quienes confunden la amistad con enamoramiento. Uno se cansa de que le pongan una cara en privado y otra en público. Uno se cansa de tener que mostrarse amable cuando está enfadado. Uno se cansa de malgastar paciencia y tiempo en rebatir bobadas. Uno se cansa de tantas ironía y sarcasmos envueltos en buenas intenciones. Uno se cansa de tener que decir “si” cuando es “no”, para evitar guerras y cataclismos absurdos. Uno se cansa de no poder publicar la música que le gusta sin levantar ridículas sospechas. Uno se cansa de que los que se mantienen al margen cuando alguien lo insulta o maltrata ante sus amistosas narices, luego se unan y hagan causa común en su contra por cualquier nadería. Uno se cansa de tener que ceder y pedir disculpas siendo otros los que tendrían disculparse. Uno se cansa de ingratitudes y desaires. Uno se cansa de los desmemoriados y desmemoriadas, que lo censuran por hacer lo mismo que ellos hicieron antes. Uno se cansa de los egoístas que no dudan en utilizarlo cuando y en lo que les interesa, y entienden el favor o la ayuda como una especie de justo tributo a sus méritos. Uno se cansa de hipocresías y despropósitos. Uno se cansa de cansarse a diario prestando atención y preocupándose por quienes no lo merecen. Y para no cansar más a aquellos que están al margen de todo esto, y cuentan con el respeto y la gratitud del que junta estas letras, uno se cansa de uno mismo, y de no dar, de una vez por todas, un puñetazo en el teclado y soltar un ¡Hasta aquí hemos llegado! Bueno, en cierto modo, creo que ya lo di y lo solté.

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