viernes, 13 de febrero de 2015

BUENAS NOCHES


El bosque no soy yo sino todos nosotros. Tampoco es sólo un escaparate ni un lugar de ocio. Es muchísimo más, y eso no pueden entenderlo los atrincherados egoístas y medradores. Aquí cada día nos reunimos muchos –más de los que se ven- a compartir lo único que merece la pena en esta vida, la sana convivencia, la generosidad de compartir, la solidaridad, la cultura y los sentimientos transformados en letras. Aunque algunos no acaban de entenderlo, los egos se desinflan en un lugar así, en el que nadie es más que nadie. Esto lo hemos logrado entre todos y hay que preservarlo. Tengo más de medio siglo de vida y no he conocido sitios así, en el que podamos convivir en paz y armonía todo tipo de personas, sin que importen sus creencias, religiones o razas. Ni siquiera el idioma es una barrera. Si algún iluso creé que puede destruirlo, se equivoca. Si alguien pretende obligarnos a ponerle filtros y barreras, pierde su tiempo y fracasará. Muchas personas que no están en lista alguna ni precisan estarlo, acuden cada noche a este oasis que nunca tuvo ni tendrá puertas de entrada ni de salida. Quien no se encuentre cómodo no tiene más que marcharse, en la seguridad de que podrá volver siempre que le apetezca. Los recién llegados que desean quedarse son bienvenidos. Lo único que sucede últimamente es que antes no teníamos que mirar al suelo para no pisar alguna que otra mierda, y ahora si. Pues estaremos ojo avizor y nos despreocuparemos de ella. Y, por favor, hombro con hombro, y más unidos que nunca. 

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