En
estos cinco años de letras, tal vez sin darse cuenta, han visto evolucionar una
mente, presenciaron los terremotos y erupciones de un corazón, se pasearon por
los sinuosos senderos de una memoria y les fue permitido asomarse al insondable
abismo de un alma. Me consta que el espectáculo no siempre ha sido agradable e
interesante, y algunos, aburridos, se fueron
discretamente o dando un portazo. Me queda la satisfacción de no haberles
ocultado nada o casi nada, y espero que la experiencia les sea útil. ¿Todo esto
para qué? La única respuesta que se me ocurre es, para demostrar que salir a
campo abierto y mostrarse a cara descubierta, sin máscaras ni disfraces, no
entraña mayor riesgo que el ir por la vida de carnaval en carnaval, de
trinchera en trinchera. A quienes me entendieron, gracias. A los que les
pareció mal e innecesario, mis respetos. Y si alguien se molestó al sentirse
aludido, espero sepa disculparme ya que fue inconscientemente y sin mala
intención. Un lustro y casi mil notas son más que suficientes. Todo tiene su
momento, y creo que va siendo hora de echar el telón. Mi gratitud y mi cariño a
todos.
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