Hoy,
para relajarme y meditar un poco, me fui a visitar mi parque favorito. Al ser
domingo había bastante gente, pero yo sé que nadie puede verlo y sentirlo igual
que yo lo veo y lo siento. Los gustos, sentimientos, estado de ánimo y
conocimientos de cada uno, hacen que lo percibamos de modo diferente.
Mientras miraba los jazmines, un crío pequeño le pregunto a
su madre señalándolos, ¿Y esas de ahí, qué son? La joven dudó antes de
responderle: Una especie de enredadera. Anda, vamos al estanque a ver los
pescaditos. El niño se demoró en seguirla, y yo aproveché para decirle en voz
baja: Son jazmines chinos, y huelen muy bien. Se fue corriendo gritándole a su
madre: ¡Son jazmines chinos, mamá, me lo dijo aquel señor! Ella sonrió. Fue una
hermosa mañana, aunque algo fría y gris. ¡Menos mal que hay sonrisas tan
luminosas como el sol!
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