“Decíamos
ayer…” ¡Lo que son las cosas! Quise dejar de escribir para poder leer tanto
como antes, y ahora, ni escribo ni leo. Pensé que al tener más tiempo libre
podría disfrutar más y mejor el presente, y llevo días sin salir de casa,
perdido en el brumoso laberinto de mi memoria. Lejos de ser un avance ha sido
un retroceso. Suponer que la vida nos aguarda en
otra parte es una ingenuidad. La vida estará siempre donde estemos nosotros, y
no hay ninguna más. Cada uno tenemos la que nos ha tocado vivir, la que nos
forjamos a diario, la que merecemos. Y es absurdo cambiarla cuando ni siquiera
tienes claro lo que te disgusta de ella y cómo o en qué podrías mejorarla.
Entonces, y aunque no sea de sabios sino de arrepentidos, mejor rectificar a
tiempo y dejarlo todo como estaba. Los “me gustaría”, si no les sigue un “y
puedo”, son brindis al sol. Prefiero pues volver a mi olivo, y continuar
brindando cada noche con mis amigos, a la luz de la luna.
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