Hay a quienes lo de juntaletras no acaba de gustarles y lo
consideran falsa modestia. Otros creen que es síntoma de baja autoestima, y que
debería valorarme más. Pues bien, yo que he tenido la inmensa suerte de haber
recibido clases de los mejores maestros, no en las aulas sino en los libros, sé
cual es mi lugar. Empecé a trabajar a los catorce años, y no llegué a
licenciarme en nada. Si acaso, por ser generoso conmigo mismo y aceptar eso que
damos en llamar “don”, soy un diamante en bruto que, tal vez ,de haber sido
conveniente tallado habría podido brillar. No fue así, y ya de nada vale
lamentarse. La gran ventaja del autodidacta es el haberse forjado a si mismo.
El gran inconveniente son las inevitables lagunas fruto de su formación
anárquica. A los jóvenes les digo que se esfuercen y acaben sus estudios. El
mío es un pésimo ejemplo que no deben imitar. Por suerte para ustedes, hoy las
circunstancias son otras. Háganme caso y aprovéchenlas. Aunque luego
transgredan las normas, es básico aprenderlas antes. Cuando les digan o piensen
que el mundo es suyo, no se lo crean, porque no es un regalo, y lo tendrán que
merecer y conquistar.
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