¿Hay alguien ahí? Seguro que si, porque a cualquier hora del
día o de la noche, aquí siempre hay gente predispuesta a leer y a escribir, o
lo que viene a ser lo mismo, a escuchar y a dialogar. Cada día me maravilla más
que esto suceda, y entiendo menos a los que les parece una pérdida de tiempo.
Cuando alguno me pregunta, ¿qué ganas con eso?, ya me queda claro por qué lo
piensa. Para algunos lo importante es el beneficio material, -que no es solo
dinero-, y por mucho que les hablase de otro tipo de beneficios, no lograría
convencerlos de que hay cosas con las que no se debe comerciar.
He pasado la tarde en casa leyendo y cocinando. Me pueden
llamar marujo si quieren, pero acabo de hacer un caldo que me quedó genial. Y
si no hice también un bizcocho fue porque luego del pecado llega la penitencia,
y mejor no pecar. En fin, que he aprovechado mi tiempo libre. Y además de leer
y juntar letras, me gusta cocinar. Les aburro con esto para que vean que, de
vez en cuando, uno baja de las nubes y se ocupa de las tareas domésticas. Quizá
menos de lo que debiera, pero no por prejuicios sino por pereza. Es bueno y
conveniente desmitificar. Entre un poema y un guisado, no hay tanta diferencia.
Se trata de combinaciones y proporciones, que cuando son las adecuadas, brindan
alimento y placer al espíritu o al cuerpo. Ahora, con su permiso, me dispongo a
cenar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario