Decir que Parménides fue un tipo raro, sería tanto como no
decir nada, ya que todos los filósofos de entonces lo eran, y los de después
también. Vino al mundo hace más de dos mil quinientos años, y nació rico.
Escribió una sola obra –que se sepa-; un poema filosófico, del cual nos han
llegado algunos fragmentos a través de citas y comentarios de otros. Para la
mayoría, su famosa frase: “Lo que es es, lo que no es no es”, no pasa de ser
una simpleza, algo absolutamente obvio. Pero tras lo que parece simple a
primera vista, el ser y el no ser, entendidos como lo real y lo inimaginable,
dan mucho que pensar. Y quienes nos hemos aventurado a hacerlo, después de un
colosal desgaste de neuronas y tiempo, acabamos justo donde empezamos, en esa
afirmación / negación que algunos aceptan sin más, y hacen muy bien. Cuántas
veces hemos oído lo de “esto no es”; pues para el sabio Parménides si era,
porque si lo puedes señalar –aunque sea para negarlo-, es que es. En realidad
lo que dices es que no es lo que parece o lo que debería ser, pero sigue siendo
aunque sea otra cosa. Si en verdad no fuera, lo desconocerías, y sobre lo que
no existe, al ser inimaginable, es imposible afirmar o negar nada. Por ejemplo:
Hay quienes creen que los extraterrestres no existen. Pues bien, la razón de
que nieguen su existencia es que, por más que ciertos políticos se les asemejan
bastante, aún no han visto a ninguno. Lo cual no excluye la posibilidad de que
existan, pese a que no puedan o no quieran venir a tomar café con nosotros.
Quizá hayan estado y, al conocernos, decidieron marcharse a toda prisa, y no
volver jamás. Si fue así, no me extraña ni se lo reprocho.
Por favor, no me odien por haber juntado estas letras. Lo he
hecho por complacer a una amiga a la que no le puedo negar nada, y que tal vez
ya esté arrepentida de habérmelo pedido.
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