¿Qué se ama cuando se ama? Se preguntaba el poeta Gonzalo
Rojas. Se me ocurren muchas respuestas, pero ninguna definitiva. A todas podría
añadirles: Si, pero… hay más. Y a ese “más” no llegó Gonzalo, ni creo que pueda
llegar yo. Está claro que amamos el amor, y necesitamos personificarlo en alguien.
Y ese alguien, que incluso puede ser uno mismo, se convierte en la
representación viva del sentimiento más importante del ser humano. En la
mayoría de los casos, nuestro amor es real, pero la persona amada dista de ser
como creemos que es. Cometemos el doble error de idealizarla y de dejarnos
idealizar. Después, cuando la realidad se impone, lo fácil y cómodo es hablar
de engaño y decepción, señalando siempre al otro, que no nos hizo creer nada
que no deseáramos creer. Si me quito las gafas y no consigo leer bien estas
letras, la culpa es mía y no de ellas. Si nos aceptásemos a nosotros mismos tal
cual somos, en vez de, por temor o vanidad, disfrazarnos tanto, nos
ahorraríamos equívocos. El enamoramiento sería lo que debe ser: conocerse y
aceptarse el uno al otro, no un baile de máscaras.
En cuanto a la pregunta inicial, ¿Qué se ama cuando se ama?,
sinceramente, no lo sé.
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