martes, 9 de junio de 2015

BUENAS NOCHES


Como ya les conté en cierta ocasión, soy un autodidacta, o lo que es igual, me eduqué y mal eduqué a mi mismo. En las paredes de mi casa no hay títulos ni diplomas, y si tuviera que redactar mi curriculum –hasta ahora nunca lo he hecho-, el apartado de Formación Académica tendría que dejarlo en blanco. ¡Qué le vamos a hacer! No me enorgullece ni me avergüenza haber bebido directamente en las fuentes, sin orientadores ni intermediarios, aunque tampoco se lo recomiendo hoy a nadie, ya que lo mucho o poco que sepan, si no lo avala un papel firmado por un rey y un ministro, es agua de borrajas. Antaño, el púrpura iba asociado a la sabiduría, la creatividad, la independencia y la dignidad; Ahora es el color de los billetes de quinientos euros. 

Junto estas letras mientras la luna, Venus y algunas estrellas surgen resplandecientes del océano. Me agrada verlo así aunque no sea real. Pájaros volando hacia sus nidos, flores que se cierran, niños y enamorados recorriendo el paseo absortos en sus juegos. De todo cuanto me rodea me quedo con lo que no cambia ni cambiará nunca. En el cajón de sastre de mi memoria encuentro lo que, hace muchos años, escribió el poeta Alfred Tennyson: “Flor en el muro agrietado, yo te arranco de tu tumba y te sostengo, raíz con raíz, tu todo con el todo. Pequeña flor, si pudiera captar tu esencia, entendería qué es el hombre, qué es dios.” Me emociona saber que, en la diminuta flor que acarician mis dedos, están todas las respuestas. Ella me las transmite a su manera, pero no logro entenderla... o quizá si. 


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