martes, 23 de junio de 2015

BUENAS NOCHES


No estamos en otoño pero me siento hoja a merced del viento. Y el aíre es caprichoso; juega, se arremolina, acelera de pronto, nos arranca de la rama, y ya lejos del árbol no hay donde sujetarse. Quien comparó al destino con el viento, acertó de pleno y clavó la flecha en medio de la diana. En ocasiones límites hasta el más descreído acaba creyendo en fuerzas desconocidas, quién sabe si predeterminadas, ante las que sólo cabe resignarse y rezar. La hoja caída lo primero que deja atrás es la soberbia, el “querer es poder” y otros tópicos parecidos que tanto divierten o irritan a los dioses. Entonces, si todo está escrito y es inalterable, ¿para qué preocuparnos? No sé, tal vez porque si no escribir el texto, si nos es dado cambiar algunos puntos y comas que de algún modo lo modifican. Algunos creemos en la magia, no en la de una noche determinada sino en la de todas las noches del año. Ayer la luna me hizo un guiño y dejó que la fotografiara. Hoy me he pasado el día buscando la esperanza por todas partes, y como a veces me suele suceder con los objetos, no la encontraba pese a tenerla delante de mí. No siempre que miramos vemos lo que hay que ver. 


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