Hay
dos cosas muy recomendables: la primera viajar ligero de equipaje; la segunda,
descargar de pesados lastres la conciencia. No somos caracoles ni murciélagos,
y por tanto no tenemos porqué llevar la casa a cuestas o refugiarnos en la
oscuridad. Las maletas y las mentiras condicionan el viaje y la existencia.
Sobra decir que cuando junto letras me estoy
hablando y recriminando a mi mismo. Por eso no valgo para predicador, ya que se
debe predicar con el ejemplo, y yo no soy ejemplar en nada ni pretendo serlo. A
lo que aspiro es a vivir lo que me queda de vida sin cargas innecesarias y a
plena luz. El precio a pagar es prescindir de lo superfluo y, en el peor de los
casos, la soledad. Totalmente asumible para los habituados a adaptarse a las
circunstancias. Resulta paradójico, pero quienes estamos acostumbrados a estar
solos –aun en compañía- no nos sentimos solos jamás.
Como es fin de semana y pueden dedicarle un minuto a
leerla, les adjunto esta historia:
“Diógenes,
el místico griego, se encontró con Alejandro Magno cuando este se dirigía a la
India. Era una mañana de invierno, soplaba el viento y Diógenes descansaba a la
orilla de un río, sobre la arena, tomando el sol desnudo.
Era un hombre hermoso. Cuando el alma es hermosa, surge una belleza que no es
de este mundo… Alejandro no podía creer la belleza y la gracia que tenía aquel
hombre y le dijo:
-Señor -jamás había llamado ”Señor” a nadie en su vida-, me ha impresionado
mucho su persona, además he oído hablar de su gran sabiduría. Me gustaría hacer
algo por usted, ¿Qué podría hacer yo por usted?
– Muévete un poco hacia un lado, pues me estás tapando el sol, esto es todo, no
necesito nada más – dijo Diógenes.
-Si tengo una nueva oportunidad de volver a la tierra, le pediré a Dios que me
convierta en Alejandro de nuevo y si esto no es posible, que me convierta en
Diógenes – dijo Alejandro
Diógenes se rió y dijo:?-¿Quién te impide serlo ahora mismo? ¿Adónde vas?
Durante meses he visto pasar ejércitos, ¿A dónde van? ¿Para qué?.
-Voy a la India a conquistar el mundo entero -dijo Alejandro.
-¿Y después qué vas a hacer? -preguntó Diógenes.
-Después voy a descansar.
-¿Estás loco.?Yo estoy descansando ahora. No he conquistado el mundo y no veo
que necesidad hay de hacerlo. Si al final quieres descansar, ¿por qué no lo
haces ahora? Y te digo más, si no descansas ahora nunca lo harás. Morirás. Todo
el mundo muere en el camino, en medio del viaje.
Alejandro se lo agradeció y le dijo que le recordaría, pero que ahora no podía
detenerse. Alejandro cumplió su destino de conquistador pero no le dio tiempo
de descansar antes de morir.” Ainoa Marco
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