miércoles, 9 de abril de 2014

BUENAS NOCHES


Todos, desde el más sabio al más ignorante, desde el más famoso al más anónimo de los seres humanos, tenemos una misión que cumplir y, mejor o peor, la cumplimos. Cuando las circunstancias o la propia pereza nos desvían del camino y nos paralizan, siempre sucede algo o aparece alguien que nos impulsa hacia delante y nos recuerda el rumbo a seguir. Esto no es determinismo, ni supone una merma de libertad, sino al contrario, ya que somos libres de elegir el qué, el cómo, el cuándo y el dónde, pero lo que no podemos es no hacer nada. Cuántas veces al preguntarle a alguien ¿qué haces?, me responde que no hace nada. Y no es cierto, porque se refiere a la inactividad voluntaria o forzosa en la vida laboral o el ocio, y el mero hecho de estar donde está y responderme implica hacer algo. La mayoría de nosotros no podemos hacer en todo momento lo que nos apetece, y tal vez sea mejor así. Una sociedad en la que cada uno de los que la componen pudiera actuar según sus apetencias y caprichos, sería un verdadero infierno. El que se propone un determinado objetivo y posee méritos y voluntad suficientes para lograrlo, sean cuales sean los obstáculos, lo conseguirá. Quienes duden que es así, que ni se tomen la molestia de intentarlo, porque fracasarán. Es básico creer en uno mismo, pero sin engañarse ni dejarse engañar. Por ejemplo: yo jamás seré Jorge Luís Borges, y sería un imbécil si aspirase a serlo, pero si me esfuerzo en mejorar llegaré a ser un juntaletras aceptable, y en eso estoy. Una cerilla nunca será el sol, pero en la medida de sus posibilidades es útil y capaz de alumbrar.

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