martes, 22 de abril de 2014

BUENAS NOCHES


El ser humano está condicionado por tres cosas fundamentales, basadas en la creencia de que el tiempo es lineal y hemos de recorrerlo obligatoriamente hacia adelante. El pasado quedó atrás, el presente lo estamos viviendo, y el futuro está por llegar. Si olvido el pasado, no sabré quien soy. Si sólo me preocupo del presente sin pensar en el porvenir, arruinaré mi futuro. Si me obsesiono con el futuro estaré malgastando lo único real y tangible que poseo, y renunciando a la posibilidad de disfrutarlo. Parece complicado pero no lo es. Se trata de recordar lo que nos costó ser lo que somos y tener lo que tenemos, sacarle el mejor partido posible, y dejar algo para mañana, por si acaso. Los cantos de sirenas de quienes afirman que el pasado no existe y el futuro tampoco, nos pueden llevar a quemar las naves innecesariamente, y a echar toda la carne en el asador. Mejor no hacerlo porque es preferible navegar que salir nadando, y en vez de hartarnos reservar lo necesario para, en caso de apuro, evitar el hambre. No me refiero solo a lo material, ya que el exceso de romanticismo también puede llevarnos a situaciones extremas y dolorosas que, con un mínimo de sensatez, podríamos evitar. Como lo conozco, sé que el amor raya en lo irracional, y que tratar de imponerle condiciones y reglas es tarea imposible, porque al viento no se le ata, ni el mar cabe en una botella. No obstante, si podemos y debemos establecer ciertos límites. Todos los tenemos en mente, y a mí se me ocurren dos: respeto y confianza. Se podrán cuestionar y discutir otros, pero no estos. Sin ellos, la relación se tambalea y, antes o después, cae.

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