lunes, 14 de abril de 2014

BUENAS NOCHES


Te veo muy sonriente en una foto tras veintidós interminables años. Aún tu mirada triste me recuerda a aquella que amé tanto. A la que eres ahora no la culpo: sé bien que no eres ya la que juró amarme para siempre, como tampoco yo soy el que antaño, por creer en sus promesas, acabó convertido en un patético personaje de tango. Del “siempre”, que apenas si duró dos primaveras, guardo un recuerdo amargo. Mirando tu retrato me doy cuenta de que el tiempo y el mar, cuando menos lo esperas, te devuelven los restos del naufragio. ¿Y para qué mentir?, si yo pudiera regresar al pasado sabiendo lo que sé, no dudaría en volver a embarcarme, con la que fuiste entonces, en una travesía de antemano condena al fracaso.

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