martes, 1 de abril de 2014
BUENAS NOCHES
No somos imparciales ni objetivos con nosotros mismos ni con los demás.
Lo máximo que podemos hacer es aproximarnos a la verdad sin llegar a poseerla
nunca. Nuestro cerebro es prodigioso pero incapaz de saberlo y analizarlo todo
y, por si fuera poco, el corazón recrea y distorsiona la realidad. En el fondo
somos ícaros a los que se nos permite volar siempre que no nos acerquemos al
sol. Si cometemos la osadía y la torpeza de hacerlo, nuestras endebles alas se
funden y acabamos estrellados contra el suelo. La vida es como esos amores que
complicamos innecesariamente. El hijo de Dédalos la perdió en el intento,
nosotros perdemos la esperanza. De modo que me apetece volar bajito como mis
queridos gorriones que no envidian al ganso asiático, capaz de sobrevolar el
Everest, y son felices a ras de suelo. Medir y administrar bien las propias
fuerzas es de sabios. Yo jamás supe hacerlo
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