martes, 20 de enero de 2015

BUENAS NOCHES

Si “el infierno son los demás”, nosotros también somos el de ellos. Procuremos quemarnos y quemar menos. Las individualidades cuentan mucho, ya que componen el todo del que formamos parte. Nos guste o no reconocerlo, lo de que el aleteo de una mariposa acaba provocando un huracán, es cierto. Si cada uno embelleciera la fachada de su casa, la ciudad luciría más bonita. Pero como el vecino no lo hace, yo tampoco, y así se forma la cadena de lo negativo e indeseable. ¿Acaso cuesta tanto ser respetuosos y tolerantes con el prójimo? ¡Claro que no! ¿El mero hecho de dar no es ya un beneficio en si, aunque no se obtenga nada a cambio? ¡Por supuesto que lo es! Entonces, ¿qué nos pasa? Excesivo afán de protagonismo, demasiado egoísmo, envidia, vanidad, rencores. Lejos de celebrarlos y compartirlos, los aciertos ajenos nos irritan, nos agrian el humor. Al que sobresale del resto hay que decapitarlo. Al que se eleva, cortémosle las alas. Algunos a los que haces un favor, en vez de agradecerlo, jamás te lo perdonan. ¡Quién se creerá que es! Pues, sencillamente, alguien que te echó una mano, ¡ingrato! Mejor no hacer caso, ya que ayudando al que lo necesita también te ayudas a ti mismo.  
Da gusto predicar en el bosque y no ahí fuera, en el desierto, donde todos hablan y ninguno escucha.  



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