Acabo
de llegar de uno mis mundos y ya lo echo de menos. Pasar del invierno a la
primavera en menos de tres horas, y de la tranquilidad al ajetreo, cuesta
asumirlo, pero es preciso compaginar el placer con el deber. Estoy acostumbrado
a hacerlo. La libertad tiene sus limites, conocerlos y aceptarlos es lo que nos
permite ser como somos y seguir andando. Tan necesarias son las rosas como los cardos, y en las
unas y en los otros hay belleza y espinas. Para mí comenzó mal el año, la
muerte de un querido amigo es siempre un duro golpe difícil de encajar. Pero
queda mucho por delante, y el dolor y la tristeza no deben detenernos.
“Levántate y anda”, aunque cuesta lo indecible hacerlo, y cada vez son menos
las razones que nos mueven a ello. Este juntaletras se aferra siempre a la
única que le permite superarlo todo, la seguridad de que la vida es una
oportunidad irrepetible para aportar algún que otro grano de arena a esta
inmensa obra en la que somos meros artistas invitados. Necesarios pero no
imprescindibles, y pobres de aquellos vanidosos que pretenden protagonizarla.
En fin, aquí me tienen para compartir lo bueno y lo malo, siempre con la sonrisa
puesta. A veces no es tan ancha y luminosa como uno quisiera, pero, ¡qué le
vamos a hacer! Como bien decía Gabo: “Vivir para contarla”.
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