miércoles, 14 de enero de 2015

BUENAS NOCHES


La vida, o mejor dicho, mi vida que es de la que puedo hablar, son etapas. Puertas que se abren ante nosotros y se cierran para siempre en cuanto las dejamos atrás. Dado que es imposible retroceder, de poco vale preguntarse por qué elegí aquella y no otra. Sobre todo cuando, muchas veces son las circunstancias las que nos obligan a escoger. ¿Somos realmente libres? Depende de para qué. Lo de “¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!”, no fue más que una boutade para encandilar a las masas. Y seguimos, como nuestros ancestros, recogiendo migajas, porque la riqueza sigue en manos de unos pocos privilegiados que ya ni saben lo que hacer con ella. Cuesta aceptar que “no es pobre el que poco tiene sino el que mucho ambiciona”, pero así es. Llegamos a este mundo y nos iremos de él sin nada. La igualdad sólo existe en el claustro materno y en la tumba. El resto es vanidad de vanidades. Lo que creemos poseer no es nuestro, no nos pertenece por más que un puñado de leyes mal hechas afirmen lo contrario. La otra noche hablábamos de posibles claves para lograr el amor y la felicidad, quizá la única valida sea esta: compartir.  

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