sábado, 17 de enero de 2015

BUENAS NOCHES


Ignoro la razón, pero cada libro que leo, e incluso aquellos que aún no he leído, me aportan algo nuevo, iluminan mi espíritu. Además del lenguaje verbal, poseen lo que, para entendernos, podríamos denominar, alma. Esta no depende solo del contenido de sus páginas, ya que podemos percibirla con el mero tacto, sino que es más bien una especie de irradiación que transmiten. Las ventajas del libro electrónico son indiscutibles, y yo tengo uno y lo uso. Llevar una biblioteca en el bolsillo me parece ciencia ficción y no veo por qué he de renunciar a ella. Pero jamás podrá sustituir a la que tengo en casa, por más que ya apenas me queda espacio en el que alojar a los nuevos que, día a día, se incorporan. La tinta, el papel, la tela y la piel tienen una magia insustituible. Un retrato o un paisaje pintado al óleo no es lo mismo que una fotografía. Las conversaciones cara a cara y mirándose a los ojos, son diferentes a las que sostenemos a través del teléfono. Bienvenidas sean las nuevas tecnologías y cuanto nos aportan, pero hay cosas que no pueden ni deben cambiar. No estoy muy seguro de que los cambios vertiginosos sean positivos a la larga. La evolución es un proceso largo que no conviene acelerar artificialmente. Lo virtual, como un medio de salvar distancias, es muy útil y se agradece, siempre que no acabe sustituyendo o entorpeciendo a lo real. 

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