martes, 18 de agosto de 2015

BUENAS NOCHES


Por más que “nieve” y “mármol” sean metáforas frecuentes en poesía, no hay nieve en el espíritu y menos aún en el cuerpo. En el alma mal puede haber frío, y cuando lo hay en el cuerpo, es que está muerto. El sentimiento y el deseo ya sean sinónimos o antónimos, siempre van juntos, son inseparables. ¿Cómo amar a alguien sin desearlo? ¿Cómo estar triste sin desear estar alegre? Lo uno es parte y consecuencia de lo otro. Pero desde muy niños nos inoculan la vacuna del falso pudor. Y lo llamo “falso” porque todo lo basado en tabúes y prejuicios lo es. El verdadero pudor ayuda a evitar banales excesos y grotescos exhibicionismos. El otro nos lleva a temer y a repudiar lo natural, lo obvio. Ciertas pasiones, lejos de ser “bajas”, y aunque no todo el monte sea orégano, nos elevan al séptimo cielo. La maldad, -que mal que nos pese, existe- está en la mente no el cuerpo. A mí sólo me escandalizan la hipocresía y el mal gusto, no la naturalidad y sencillez de la anatomía humana. Porque eso no hay vestido que lo disimule o lo cubra, y es deplorable y feo. 


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