domingo, 23 de agosto de 2015

BUENAS NOCHES

Escribir nos permite viajar a otros mundos, habitar otras almas, latir en corazones que no son nuestros. Para mí la prosa está ligada a la pintura y la poesía a la música. Ambas, prosa y poesía, pueden fundirse en un mismo escrito sin perder ninguno de sus atributos. Experiencia e improvisación no son contradictorias y aportan solidez y frescura al texto. La verticalidad del poema y la horizontalidad del ensayo, el cuento o la novela, al unirse crean un espacio y una atmósfera narrativo-poética insuperables. En la república del idioma, artesanos y orfebres juntamos letras, contamos sílabas, engarzamos palabras, construimos frases, armamos versos. La mayor recompensa por tan ardua labor es que una vez acabada logre reflejar aquello que pusimos en ella: el alma. Si sólo refleja virtuosismo, talento, inteligencia, hemos fracasado. Cuando no se persiguen elogios ni admiración, sino complicidad, y que otros se vean reflejados en lo escrito y sientan lo mismo o parecido a lo que sintió el escritor, poeta o juntaletras, al escribirlo, no hay mayor premio que la fusión y comunión de almas. Que el lector pase a ser autor y viceversa, ese debe ser el gran logro: el resto es vanidad, humo que llena pero no alimenta. 


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