domingo, 16 de agosto de 2015

BUENAS NOCHES


La memoria es como un pura sangre, y hay que saber cuándo soltar o sujetar corto las riendas. Tan malo es que se desboque como que se vuelva perezosa y mansa. Lo primero es peligroso; lo segundo, muy aburrido. En ella es posible viajar en el tiempo, incluso hacia delante. Me pregunto si no será lo que llamamos alma, o al menos, parte fundamental de la misma. Lo cierto es que sin ella no somos nadie. La posibilidad de perderla es más aterradora que la muerte, tal vez porque hasta en el hipotético “más allá” es necesaria. Dando por ciertas las creencias de algunos, cuando el día del decisivo juicio nos interroguen sobre lo que hicimos o dejamos de hacer en este mundo, cómo vamos a responder: No me acuerdo de nada. 

Podría escribir un libro de muchas, muchas páginas, sobre lo que recuerdo de mi lejana o -si es cierto que la vida es un círculo- cercana infancia. Pero estaría incompleto sin las aportaciones de otros. Déjenme madurar la idea, porque creo que sería interesante crear en el bosque una sección en la que todo aquel que quisiera hacerlo, nos hablara de su niñez, a ser posible adjuntando algunas fotos. Denme su opinión al respecto, y si están de acuerdo lo pondremos en marcha. 


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