viernes, 7 de agosto de 2015

BUENAS NOCHES


La experiencia permite algo muy importante como es mantenerse a cierta distancia de lo mundano. Nada de lo que acontece debe cambiarnos el paso, ni obligarnos a ser como no deseamos. Está bien, y resulta inevitable, implicarse en los asuntos y problemas cotidianos que a todos nos afectan, pero siendo uno mismo y no un personaje improvisado por las circunstancias. Mejor cóndor o búho -si no queda más remedio-, que gallina; volar alto que corretear cacareando por el suelo. De cerca un volcán es el mismísimo infierno; de lejos pasa a ser un soberbio espectáculo. Los niños y los viejos son más felices porque gozan de la capacidad de abstraerse y no acercarse demasiado al fuego de lo real. En esto influye mucho la memoria: la del niño está virgen; la del viejo es lenta y selectiva. La marea de la historia se disfruta mejor en los pequeños charcos de la orilla, porque en ellos no hay sitio para pedruscos y marrajos. Como enfadarse no sirve de nada, salvo para pasarlo mal y hacérselo pasar mal a otros, lo sensato es alejarse de la hoguera y tumbarse a ver crecer la hierba y escuchar a los grillos. A los de verdad, a los de mentira ni caso. Tomasito y yo lo sabemos y lo practicamos. Cuando a mí se me olvida, él me lo recuerda, y al instante me desenfado. 

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