viernes, 21 de agosto de 2015

BUENAS NOCHES


Un juntaletras que se precie de serlo ha de escribir de todo. Como no espera obtener ganancia alguna, es libre de decir lo que le apetece, y si después le leen cuatro en vez de cinco tampoco pierde el sueño por eso. Antes alquilaba mis mañanas y mis tardes, ya no, porque tampoco nadie querría alquilarlas, pero mis noches siempre fueron mías. Por eso las apuro y las estiro al máximo. Toda virtud que se exagera acaba convertida en defecto. Vanagloriarme de la relativa libertad que disfruto cuando a nadie intereso como esclavo, o de ser sincero si en nada iba a beneficiarme la hipocresía, no tendría sentido. Soy como soy porque no sé ni puedo ser de otra manera, y eso no tiene ningún mérito. Afortunadamente para mí, los que me conocen saben que al juntar letras lo único que pretendo es liberarme de la sobrecarga emocional de leer y pensar tanto, y aceptan felices o resignados lo que escribo, sin pedirle peras a un olmo. Les quedo agradecido por ello. Si pudiera viajar, conocer mundo, recibir flechazos de Cupido, ganar o perder batallas, cada noche tendría cosas interesantes que contarles. Pero vivo recluido en mi viejo olivo, que ni siquiera es torre de marfil ni se le parece, y sólo puedo hablarles de lo que pasa en mi interior y en los libros. Sin orden ni concierto, porque en mi cabeza las ideas se mueven a su antojo; vuelan, caen y se enredan cuanto les place, y así no hay modo de ser coherente y no contradecirse. En fin, un desastre. 

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