lunes, 13 de julio de 2015

BUENAS NOCHES

No me gustan los mitos porque la mayoría de los que creamos acaban cayendo de sus pedestales y haciéndose añicos. Siempre preferiré lo humano con sus grandezas y miserias a lo que en vano aspira a ser divino. Recordar que somos agua y barro nos ayudará a mantenernos con los pies en la tierra y en nuestro sitio. Entre la hipocresía de la falsa modestia y la insufrible y nunca justificada soberbia está la sensatez que permite recibir y agradecer los elogios sin dejar que conviertan el ego en un ridículo globo condenado, tarde o temprano, a desinflarse o estallar. Endiosar a alguien es tan dañino como peligroso; dejarse endiosar es un suicidio. Vivimos en un mundo donde todo va demasiado aprisa, en el que relajarse y meditar es casi un lujo. Lo que hoy está de moda, mañana acabará no gustándole a nadie. A quienes les fatiga pensar, les encanta que otros piensen y decidan por ellos. Lo malo es que, ya puestos, piensan y deciden por todos. Dado que no abunda el talento y es imposible fabricarlo en serie, nos atiborran con mediocridades. Y de nada vale quejarse cuando la culpa es más nuestra que de ellos. La frase es de la novelista Concha Alós: “Somos enanos rodeados de enanos y los gigantes se esconden para reírse.” Pues si es así, qué quieren que les diga: Intentemos crecer un poco cada día que, aunque no lleguemos a ser gigantes, al menos respiraremos aíre puro en vez de tanto humo. 

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