martes, 21 de julio de 2015

BUENAS NOCHES

La similitud de las palabras “amanecer” y “nacer” es evidente y significativa. Las mismas vocales y consonantes con una “m” añadida a la primera, que bien podría ser la inicial de “madre”, ya que el vientre de una madre es una cálida, húmeda y paradisíaca noche, -la más larga, tranquila e irrepetible de todas-, tras la cual nos aguarda nuestro primer amanecer. Se dice que llegamos a este mundo llorando, y no es para menos cuando la naturaleza nos expulsa de un paraíso al que nunca podremos volver. Soy afortunado por haber tenido no una sino cuatro madres. Nací de la primera y renací de las otras tres. Una me dio el ser, y todas la vida. Sin ellas no sería lo poco que soy. Cuando se me avería la brújula y me desoriento en medio de una tormenta que casi siempre he creado yo, sus miradas, desde las estrellas y desde el otro lado del gran charco, son faros que me guían y me ayudan a llegar a puerto. Gracias por estar siempre, madres. 

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