Me estoy haciendo viejo, pero todavía, y no me avergüenza
confesarlo, sigo siendo un crío que creé en hadas, gnomos, duendes, dioses,
ángeles, diablos, brujas y fantasmas. Algún que otro unicornio se me perdió
ayer, y algunas mariposas azules, en cierta primavera, también volaron hacia
otros jardines sin que pudiera retenerlas. Aprendí pronto lo que es el amor,
pero nadie hasta hoy me ayudó a conservarlo. Siempre fue ave de paso, y tengo
en la memoria tantos nidos vacíos que el más mínimo aleteo me asusta y prefiero
ahuyentarlo. Sé que la inmensa mayoría estará en desacuerdo conmigo esta noche,
pero yo junto letras sobre mí y desde mí, y cada uno sabe cómo le ha ido en la
vida y cuándo se harta de asumir riesgos. Soy como aquel rey que, cansado de
tanto batallar, se recluyó en su castillo y dijo a sus caballeros: Bueno, ahora
lo que toca es morirse… pero sin prisas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario