miércoles, 12 de noviembre de 2014

BUENAS NOCHES


Es significativo que el tiempo que tanto nos desgasta físicamente, a la vez nos vaya enriqueciendo el espíritu. ¿Acaso nos prepara para lo que vendrá después? Ni yo ni nadie puede responder a esto, y el único argumento de quienes se empeñan en afirmarlo o negarlo es la fe. Hace años un cura me dijo: “Prefiero los ateos a los agnóstico como tú. Al menos ellos arriesgan sus almas, y acabaran en el infierno. Ustedes son unos pusilánimes que ni creen ni no creen, e irán al purgatorio. Pero si de mí dependiera, irían todos al infierno.” Espero que no dependa de él. Aunque esté en total desacuerdo, valoro mucho la sinceridad de aquellos a los que les importa un bledo ser políticamente correctos, y dicen lo que piensan sin preocuparse de si va a gustar o no. Por supuesto no creo en premios ni condenas eternas, y dudo que exista el paraíso, el infierno y el purgatorio, pero respeto a quienes lo creen. Aquel cura, que además de sacerdote era y se sentía militar, nunca intentó convertirme. A pesar suyo me tenía cariño, y, sin pesar ninguno, yo se lo tenía a él. En estos días en los que ando algo más confuso y escéptico de lo habitual, disfruto aún más de la amistad y la compañía de los que siempre dan la cara y hablan mirándome a los ojos. Porque las máscaras, comedias y segundas intenciones son esperpénticas y cansan.


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