A falta de lo que muchos disfrutan y algunos inconscientes
no valoran, uno tiene acogedores refugios en los cuales se siente acompañado y
hasta mimado. Y como de bien nacidos es ser agradecidos, lo agradece del único
modo que puede y sabe, juntando letras o escribiendo con luz. Con la lluvia,
los amigos y algún que otro gin tonic, el día se fue sin darme cuenta. No
siempre es posible elegir la vida que nos gustaría vivir. Si pudiera, a la mía
le añadiría ciertas cosas y, ya puestos, tal vez cambiaría otras. Pero como “es
la puerta la que elige, no el hombre”, con lo que tengo voy tirando y bien. En
cualquier caso, y aunque es inevitable echar de menos a quienes no están a mi
lado, porque decidieron alejarse o ya habitan en mí, no me quejo. Tengo la
inmensa suerte de estar siempre en la mejor compañía –cerca o lejos, qué
importa-, y soy rico en amigos. Lo material carece de importancia, porque lo
más valioso, lo que en realidad cuenta, no se puede comprar.
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