martes, 4 de noviembre de 2014

BUENAS NOCHES

“Pobre cuerpo, inocente animal tan calumniado: tratar de bestiales sus impulsos, cuando la bestialidad es cosa del espíritu”. (Luis Cernuda, “Posesión”).


No entiendo la obsesión de algunos por atribuirle al cuerpo, a lo carnal, todo lo malo, infecto y pecaminoso de este mundo. Como si la oxitocina y la testosterona fueran algo así como gas mostaza. Mero puritanismo e hipocresía que acaban convirtiendo lo natural en algo reprobable que se debe reprimir y ocultar. Uno se harta de tanta represión y doble moral. Lo que la mayoría hacen en privado, después van y lo condenan en público, poniendo a los pies de los caballos a quienes no les da la gana de ir por la vida fingiendo, ni son partidarios del celibato. Quien tiene apetito, que coma; quien tiene sed, que beba; y si necesita sexo y encuentra con quien practicarlo libremente, que lo practique. Otra cosa son el amor y la relación de pareja. La fidelidad en tales casos, siempre que sea acordada entre las partes y no impuesta por prejuicios y tabúes sociales o religiosos, está muy bien. En un mundo en el que la violencia, la rapiña y el hambre hacen estragos, escandalizarse o condenar a alguien por cuando o con quien se acuesta o se levanta, tal vez no sea pecado, pero sí una estupidez.

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