La biografía de todo ser humano se compone de dos historias,
la real y la que pudo ser. Si fuera posible escribir las dos, tal vez nos
definiría mejor la segunda que la primera. La historia de lo que pudimos hacer
y no hicimos, por más que pueda parecer superflua, es mucho más amena e
interesante. Ir o no ir a determinado sitio, conocer o no a cierta persona,
hablar o callar en un determinado momento, puede, para bien o para mal, –nunca
lo sabremos-, alterar el resto de nuestra vida. Estamos obligados a tomar
decisiones, a elegir, y al hacerlo predeterminamos nuestro futuro. Quienes
creen en el destino y afirman que lo que sucede es porque tenía que suceder,
olvidan que gozamos de libre albedrío, y que lo único inevitable es el hecho de
que un día moriremos. El resto depende de nosotros. Merecerá la pena o no, será
más o menos difícil y costoso, pero nada es imposible. Si sabes lo que quieres
y tienes voluntad suficiente, querer es poder. Más complicado que conseguirlo
es acertar en la elección. Pero, en cualquier caso, preferible equivocarse o
perder, a no intentarlo. Hagan memoria, y verán como son capaces de recordar
algún capítulo de su historia del “pudo ser y no fue”.
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